Y ahí me di cuenta, y me di vuelta, tomé mi saco y salí corriendo. Me desesperé. La taquicardia animaba mis piernas. Sentí un frio en mi conciencia, el miedo a que sea demasiado tarde me compungía. Sentía las lágrimas a punto de rebalsar de mis ojos, a punto de nublar mi visión. Pero no tenía tiempo que perder. Ahora los obstáculos me parecían estúpidos, me parecían insulsos. Y me sentí un idiota por temerles todo este tiempo. La impotencia de no encontrarte me estaba desalentando. Entonces pensé en lo mejor que puede pasar: despertar viéndote dormir, abrazarte y sentir el aroma de tu piel, temblar al darme cuenta lo feliz que soy cuando estoy con vos. Y protegerte, quererte hasta deslumbrarte. Y entre esos pensamientos como magia apareciste. Como si estuviéramos destinados a encontrarnos en ese momento y en ese lugar. Enmudecí como era de esperarse, pero no tenía tiempo que perder. Solo me lancé hacia dónde estabas. Vos lo entendiste porque te lo explicaron mis ojos. Así corrimos uno al otro. Nos encontramos en los labios. No te dejé hablar, yo solo quería decirte, que ahora lo sabés y que no podía callarlo más.
Foto: Effy & Freddie
Texto by Pabl3Te
